FIDEL DE LA FUENTE | Ha amanecido y el sudor que ya cala la almohada, junto con
los primeros rayos de sol que entran por la ventana, me ha hecho despertar. El
calor que hace estos días es insoportable. Pero, a decir verdad, no sé si lo
que me ha llevado a abrir los ojos ha sido ese bochorno o el vacío que ahora
siento en mi interior.
Quizá mi estómago esté pidiendo algo de comer, anoche, con
las prisas y todo, le desatendí. Bueno, un par de magdalenas ‘rápidas’ y listo,
al trabajo.
Ya estoy en la oficina y hace un buen rato que he
desayunado, pero el vacío no se marcha. Intentaré distraerme… Veamos qué dice
el periódico. Nada que no sepa ya, el Atlético ha cerrado la temporada en casa
con una derrota, otra vez fieles a nuestra historia…
Pero bueno, ya no hay nada que hacer, aunque seguro que a él
le hubiese gustado despedirse de otra manera. Tantos años siendo insignia de
este equipo, y así se lo agradecemos. ¡Hay que joderse!
Al menos, hace un mes sí nos vio levantar la Copa, allí
mismo, en la ribera del Manzanares. Creo que llegó a llorar de alegría, porque
el río, al día siguiente, lucía un aspecto magnífico, a rebosar.
Pero de eso ya hace un mes y anoche se despidió de nosotros,
nos despedimos de él. Empiezo a entender el porqué de este maldito vacío…
Sin duda, se merecía algo más. Tantos años vistiendo
nuestros colores, el rojo y el blanco, y así se lo agradecemos. ¡Hay que
joderse!
Salgo del trabajo, voy a dar un paseo por mi barrio, a ver
qué se cuece. ¡Vaya! El río está hasta arriba, exactamente igual que hace un
mes. Sin embargo, tengo dudas. No sé si es él quien ha derramado las lágrimas o
han sido las nuestras las que han provocado que crezca el caudal.
Pero hay que mirar hacia adelante. La vida sigue. Igual que
él, otros muchos vinieron y otros muchos se irán, es ley de vida. No importa,
el club está por encima de todo. Lo que importa es que con él hemos vivido
momentos de fantasía, inolvidables, de esos que te hacen explotar, llorar de
alegría, sonreír de tristeza.
Y aun así, sólo se nos ocurre perder en su último duelo.
Aunque para duelo, el que tenemos ahora todos encima. Se nos va un histórico
del club, que ha vivido más éxitos rojiblancos que nadie en la historia, valga
la redundancia, y así se lo agradecemos. ¡Hay que joderse!
Ya anochece. Hace unas 24 horas estaba ahí, en el paseo de
los Melancólicos, como siempre, un previo más para despedir la campaña. Se
acercaba la hora del partido y estaba seguro de que los 55.000 que
abarrotaríamos nuestra casa, porque el Vicente Calderón es nuestra casa, le
rendiríamos el homenaje que tanto merece. Estaba convencido, incluso, de que
incluso el equipo acompañaría.
Pero pasaron los minutos y sólo lograron anotar los
visitantes. 0-1. El mismo resultado del 26 de abril de 2003, el día de nuestro
Centenario. El tiempo apremiaba y el corazón de los allí presentes se
congelaba, a pesar del pegajoso calor que hacía anoche en Madrid.
Nadie quería despedirse así de él. Pero las cosas, en muchas
ocasiones, no suceden como queremos. La afición que se dio cita en el feudo
colchonero, yo entre ellos, escuchó, muchos por primera vez en su vida, los
tres leves sonidos que ponen fin a un partido. Tres estruendosos pitidos cuyo
eco retumbó a orillas del Manzanares, en medio de un silencio desgarrador. Lo
que ocurrió después no lo recuerdo con exactitud, mi mente me traiciona o,
quién sabe, no quiere volver a vivirlo.
Quizá la Liga estaba decidida, quizá no nos jugábamos nada
en este encuentro, quizá tampoco importa demasiado el resultado. Pero la
historia del Atlético de Madrid, nuestra historia, está repleta de insignificantes
detalles que a nosotros sí nos importan.
Anoche nos despedimos, con derrota. ¡Hay que joderse! Pero,
sin embargo, cada vez que pase por aquí, aun cuando él ya no esté, seguiré
tarareando con orgullo. ‘Yo me voy al Manzanares, al estadio Vicente Calderón…’.
Sígueme en Twitter
No hay comentarios:
Publicar un comentario