miércoles, 23 de octubre de 2013

Desnudando a... Diego Costa

IMANOL ECHEGARAY | Se abre una nueva sección en En Rojo y Blanco. En ella, queremos mostrar tanto las actitudes como las aptitudes de los futbolistas que pertenecen a la primera plantilla del Atlético de Madrid 2013/14. Para ello, analizaremos sus influencias en el juego, su ámbito en el campo y su forma individual.

Nuestro primer 'desnudo' es al jugador del momento en Europa. Él es Diego Costa, y las dos selecciones más poderosas del mundo (España y Brasil) se pelean para que forme parte de sus planes en el Mundial de 2014.

Diego Costa | FOTO: ABC

El Atlético de Madrid juega a golpe de martillo pilón. Con garra y sin darse un descanso. Al más puro estilo rock and roll, los de Simeone se mueven por el campo intentando devorar cualquier atisbo de duda en el rival. La música en el vestuario la pone Juanfran, pero si alguien fuese el director de orquesta dentro del verde, ese sería Diego. Back in black sería una buena melodía. Le pega.

Él no conoce de amistades dentro del campo. Si fuera dice de sí mismo que es un ''trozo de pan'', dentro ese pan es de varios días. Duro. No tiene sonrisas para nadie, a no ser que sean burlonas. Animal insaciable del esférico, se mueve por el frente de ataque barriéndolo con presión a los centrales para dificultar la salida de balón desde el principio. Sabe que llegar a atrapar el cuero en esa zona se hace realmente imposible. Pero favorece la labor a sus compañeros más retrasados de posición. Y para él, eso ya es suficiente.

Él sabe que no es Zidane controlando un balón, no será nunca Messi regateando y jamás llegará a definir como lo hizo Ronaldo. Pero es Diego Costa. Un futbolista que bajaría al suelo una lavadora caída del cielo para poner en disposición de jugar a sus compañeros. Un jugador que se aprovecha de su fiereza y fuerza física para marcharse de los rivales con mayor o menor facilidad. Por velocidad o a trompicones. Con dos rechaces o ganando el espacio con el buen manejo que tiene de su cuerpo. Pero yéndose.

Diego Costa en Balaídos | FOTO: Atlético de Madrid
Tampoco ha sido durante su corta carrera futbolística alguien que brillase por su faceta goleadora, pero la marcha de Radamel Falcao y la llegada de David Villa han propiciado su despegue a ámbitos del gol donde antes no se encontraba. Ahora es la referencia. El punto al que van todos los centros y el espacio al que asisten todos sus compañeros.

Además, dada su predisposición desde a cuna a estar presente en todos los altercados que se producen a lo largo y ancho de un partido, los contrincantes le buscan sin acritud para provocar ese cortocircuito mental que Simeone ha conseguido, al menos de momento, subsanar. Con cinta americana o con un empalme de cables perfecto, eso está por ver.

Su límite aún está lejos y su juventud juega a favor. Sólo él se podrá permitir el lujo de ponérselo. Su crecimiento es evidente. Su altitud, un enigma.

DESNUDANDO A DIEGO COSTA

Cabeza: El delantero del Atlético de Madrid ha mejorado mucho en este aspecto de su juego. En parte porque es el futbolista más buscando por sus compañeros en largo cuando la presión rival aparece. En parte por ser el principal arma ofensiva de los rojiblancos en ese ámbito. Como ejemplo, tenemos su segundo gol a Osasuna esta misma temporada.


Diestra: Es su pierna buena. Con la que conduce y con la que remata de forma sistemática. Sea para saltar, para hacer un cambio de ritmo o para rematar a portería. Ha mejorado mucho la técnica de golpeo durante las temporadas que ha jugado en España y se muestra cada vez más infalible a la hora de realizar gol.

Zurda: Con su pierna izquierda, Diego Costa es un poco más limitado. No podemos hablar que la tiene meramente de soporte para su diestra, porque le hemos visto marcar goles con su pierna mala, pero casi. Es bastante más limitado técnicamente con esta pierna, que aún así, ha dado muchas alegrías:

Velocidad: Es un jugador con una explosión en carrera formidable. Con espacios por delante, se convierte en un futbolista muy peligroso e impredecible, pese a que, en ocasiones, sus gestos puedan parecer torpes.

Fuerza: Diego Costa es fuerte. Con una complexión potente y un tren inferior realmente determinante. 
Chocar con su cuerpo es hacerlo contra una pared de hormigón armado. Además, se maneja muy bien en espacios reducidos ante presiones cuerpo a cuerpo. En balones aéreos, además, suele tener las de ganar.

De espaldas: Actualmente es uno de los jugadores en el mundo que mejor leen este fútbol. Aguantar el balón lo necesario para permitir a tus compañeros llegar a posiciones de ataque. Es muy inteligente a la hora de colocar el cuerpo cuando está en posesión de balón y toca muy bien de cara a los que vienen en su ayuda para generar mayoría asociativa.

Inteligencia: Es su hándicap. Algo que, pese a todo, está mejorando con el paso de los partidos. Diego se ha ganado una fama de la que va a ser difícil soltarse. Un lastre que tendrá que llevar consigo y que tendrá que dejar en el vestuario a la hora de salir al campo. Su forma de jugar y la manera en que los rivales le buscan las cosquillas, son dos opciones que se le vienen en contra a la hora de afrontar un choque. Hace dos años suspendía en esta materia, pero a base de trabajo y mentalización, Costa está viendo la luz.

Gol: Faceta en la que más ha mejorado. Ha pasado de ser prescindible para muchos entrenadores que han pasado por el Atlético de Madrid, a ser pareja del mejor 9 del mundo, llegando a ser pichichi de la Copa del Rey que ganaría y ahora plantar cara a Leo Messi y Cristiano Ronaldo en el primer escalón del podio de máximos realizadores. Evolución que sigue yendo a más.

Asistencia: Jugar por detrás de un futbolista como Radamel Falcao le ha hecho madurar también en este aspecto. Más y mejor compañero a la hora de ceder el protagonismo a otro. No es su principal fuerte, pero sí entra dentro de sus virtudes.

Calidad: Otra de las virtudes en las que ha mejorado la pantera. Amagues, recortes, paredes, asociaciones, entran ya dentro del repertorio del delantero hispanobrasileño. Como el buen vino, mejora con el paso del tiempo.

Por Imanol Echegaray García

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