Diego Costa en el primer gol | FOTO: Ángel Gutiérrez |
Porque el
Atlético de Madrid fue un equipo mayor, serio y con bestias que le dejó participar
en el recreo a un equipo con nombre en su país pero con un nivel muy inferior al
equipo español. No opuso mucha resistencia el Austria de Viena al Atlético, un
equipo que el calificativo de madres les daría un toque bastante agresivo del
que son en realidad. Y eso contra el Atleti es un regalo para los muchachos de
Diego Pablo.
No tardó el
equipo de Simeone demostrar que ellos son los de sexto de primaria, y más si
tienen al más alto y fuerte del colegio en sus filas. Un grandullón que juega
incluso tocado y que no tiene piedad. Se llama Diego Costa y hoy se ha presentado
en Europa haciendo lo mismo que hace en competición doméstica: abusar de sus
rivales. Sin piedad, como he dicho. Y si ese grandullón tiene al lado a los dos
hombres más listos y talentosos de la escuela pues entonces la cosa es más
descarada. Porque ir por Europa con Koke y Arda es como ir a la gala de los
Oscar con Scarlet Johansson del brazo, sabes que nunca fallarás. Un lujo. El
primero lo demostró en el primer gol: pase al hueco a Filipe que, con la
generosidad que le caracteriza, dejó sólo ante las redes a un Raúl García que
siempre está en el momento y en el lugar adecuado. Y el segundo dando calma y
calidad al encuentro aunque al final se dejase llevar por él. Ni diez minutos
llevaba el partido y el Atleti ya se había cansado de jugar con el Austria de
Viena.
Raúl García tras marcar el primero || FOTO: terra.com |
Diego Costa,
en otra afán de generosidad, quiso demostrar a sus rivales de cómo se arranca
desde tu propio campo y se acaba en una esquina celebrando un gol. Como un
caballo desbocado encaró, tumbó y sentenció. En la misma portería en la que
Fernando Torres cinco años atrás tumbó a Lahm y unió en un mismo grito a todo
un país. En la misma.
La sensación
de sentencia era un hecho, los minutos pasaban y sólo un larguerazo de Hosiner aceleró
el partido pero tan sólo se quedó en eso, en un larguerazo. Pudo ser el picante
que necesitaba el partido pero para los intereses del Atlético lo mejor es que
la madera actuase.
La segunda
parte fue parecida: el Atleti dominador, el Austria de Viena con más espíritu
que cabeza y, de nuevo, el mismo, el abusón del recreo cortando cualquier
abismo de esperanza austriaco. Diego Costa volvió a tocar el balón, iniciar una
jugada de combinación y acabarla tras un buen pase de Insúa –que sustituyó a
Filipe en el descanso-. 0-3.
Diego Costa celebrando uno de sus goles || FOTO: elpais.com |
Diego Costa,
esa mala bestia que no escucha los lamentos rivales y que le da igual que el
partido esté adormilado que acelerado. Diego Costa no es casualidad. Es un
animal que continúo jugando con el tobillo tocado y siguió derrumbando rivales
como si de críos de tercero se tratasen.
Ahí sí que
murió el partido y el Austria de Viena, como ese niño impotente ante la
superioridad del mayor, esperó al sonido de la campana. El Atleti también,
siempre al ritmo del toque, el mismo toque que cinco años atrás conquistó
España en esa fantástica Eurocopa.
En el mismo
escenario donde un atlético conquistaba Europa, una bestia brasileña y atlética
empieza a asustar por Europa. En el mismo escenario donde un sabio de Hortaleza
y atlético dirigía la orquesta mejor tocada en Europa, un argentino tocado por la
chispa de Dios y atlético dirige un ejército que sigue paso firme por Europa.
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