lunes, 19 de agosto de 2013

Sevilla 1-3 Atlético; Diego Costa, como en casa

Diego Costa celebrando uno de sus goles | FOTO: AS
IMANOL ECHEGARAY | Nervión acogía a dos de los aspirantes que se quedarán en eso, aspirantes, de una Liga con un cierto olor a quemado en cuanto a competitividad se refiere. Los locales, con un cambio tanto en la estructura de la plantilla como en el modelo de juego. Los visitantes, con la vista puesta en el partido del miércoles, pero con la mente y las piernas en Sevilla. El resultado final, refleja la diferencia actual entre unos, que tienen mucho que trabajar pero que pintan de forma excepcional, y otros, con un bloque fielmente estructurado que no ha perdido un ápice de aquello que le hizo la temporada pasada acabar el año consiguiendo un título.

El encuentro empezó con más intensidad de la esperada un 18 de Agosto en la capital de Andalucía. Dos equipos sumergidos en un ida y vuelta que se alimentó a base de maderas. Primero, un cabezazo de Bacca, que se estrelló en el travesaño. El colombiano viene, junto con Kevin Gameiro, a hacer olvidar a Álvaro Negredo. Fue de más a menos y acabó siendo superado por una pareja de centrales, Miranda y Godín, que siguen fieles a sí mismos. Después, David Villa, previa gran jugada en ataque de los rojiblancos, buscaba las cosquillas a Beto desde fuera del área y acababa encontrándose con la manopla del arquero primero, y con el palo de la portería sevillista después.

Lo que vino luego, fue un carrusel. Diego Costa afilaba las garras en un saque de esquina que peinaba Miranda. La afición sevillista volvía a encontrarse con su bestia. Un delantero que empezaba a desquiciar a todo el que vistiese de blanco sobre el verde del Sánchez Pizjuán. Poco duró la alegría. Un recuperado Perotti se sacaba un latigazo desde fuera del área, con la ayuda de la dejadez de los mediocentros atléticos en la presión, para doblar la mano a Courtois y empatar el encuentro. Un toma y daca que se merecía un descanso.

Diego Costa celebrando el 0-1 | FOTO: MARCA
Tras la reanudación, no se sabe si por las horas que eran o porque se relajaron en exceso, los jugadores del Atlético salieron dormidos. Diez minutos de posesión sevillista que los de Unai Emery no supieron aprovechar. Simeone se percató, y fuera de lo que es habitual en el, decidió hacer el cambio a los 55 minutos. Arda Turan, sin el físico requerido y con la cabeza en otra parte, dejó su sitio a la esperanza de toda la hinchada, Óliver Torres. No defraudó.

El joven canterano no tuvo miedo al resultado ni a la plaza en la que le tocaba torear. Como sucediese la temporada pasada en la primera jornada de Liga (Levante 1-1 Atleti), tenía media hora para cambiar el guión del choque. Si en aquella ocasión no funcionó, si lo hizo en esta. Con descaro y sin complejos, empezó a pedir el balón a sus compañeros y se marco una jugada marca de la casa que bien vale una entrada.

Hubo tiempo para presenciar las elegantes carreras de Leo Baptistao y de dar descanso a David Villa para la primera batalla del miércoles, contra sus ex.

Y tras perdonar Marín,  que parece haber resurgido en su juego, el 2-1 tras un eslalon espectacular, a los centrales sevillistas les volvió a tocar bailar con la más fea. Diego Costa marcó un desmarque a Koke y lo demás fue historia. 1-2 en el electrónico y de nuevo silbidos e insultos desde la grada a un brasileño que sólo le falta jugar en el Betis para ser el personaje más odiado de la historia del Sevilla.

Ahí se acabaron las opciones de un equipo que aún necesita rodaje para que las caras nuevas se acomplen a lo que Emery pide. Pero no así las del Atlético, que cuando huele sangre, se lanza a su presa sin remedio. Cristian Rodríguez, refresco natural de Simeone, galopó la banda derecha y tras dejar a dos defensores sentados, marcó el definitvo 1-3 que hizo justicia en un partido que nos deja tres titulares:

1. El Sevilla tiene equipo y estará en la pelea. Su declaración de intenciones bien vale seguirlos de cerca.

2. El Atlético de Madrid sigue siendo el Atlético de Madrid. Bloque defensivo irreductible. Ayudas en la presión y dinamita arriba. 

3. Le buscaron, le buscaron y le buscaron pero se dedicó a lo que mejor sabe hacer, fútbol. Diego Costa se encuentra muy cómodo jugando en campos con la gente en contra. Es su habitat natural. El lagarto asaltó el Pizjuán, otra vez.



Por Imanol Echegaray

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