Diego Forlán | FOTO: Taringa |
Los reveses que vivió cuando era joven, le moldearon una personalidad bastante particular. Muy alejada a la identidad tipo que a día de hoy podemos asemejar a cualquier profesional del fútbol. Con una sensibilidad fuera de toda duda y un carisma especial a la hora de tratar con según qué temas, por encima de futbolista es persona. Y lo es de los pies a la cabeza.
Pero estamos aquí para hablar del Forlán deportista. El embajador de Unicef en Uruguay, se deja su carácter afable y bonachón fuera de los terrenos de juego. En él, dentro de ese rectángulo pintado de verde esperanza, ha acabado con la ilusión de decenas de porteros y con el optimismo de aficiones rivales, que han visto en Diego como el devorador de certidumbres y creencias al ser el último escoyo que un esférico ha necesitado para ser introducido en la meta de las alegrías para él y de la desolación del adversario.
Criado en Independiente, aprendiendo a las órdenes del profesor Ferguson en Manchester, doctorado en Europa con el Villarreal de Pellegrini y héroe eterno en Uruguay, llegó al Atlético de Madrid con dos objetivos latentes y complicados. Llevar al equipo rojiblanco a Europa y hacer olvidar la sombra del niño que galopaba por la banda del Calderón, que es su casa. Tarea complicada.
Forlán con la bota de oro | FOTO: El Confidencial |
Su asociación con el argentino Sergio Agüero, fue una de las más peligrosas del panorama fútbol en el tiempo en el que coincidieron en el Vicente Calderón. Con sus goles, el equipo que entrenaba Javier Aguirre volvía a pisar territorio Champions y con ellos, las defensas rivales vivían en un pánico constante.
Como delantero total, el bueno de Diego era capaz de transformar un pase cualquiera en el gol de un triunfo. Pero además, como los buenos cañoneros, recogía piedras desde el círculo central y los modificaba en misiles tierra-aire que hacían temblar los guantes de cualquier arquero del planeta.
Con respeto hacia todos, pero sin miramientos hacia nadie, en el año 2009 decidió calzarse de oro y marcar 32 goles en una sola temporada con el Atlético de Madrid. Una cifra que permitió, por segunda temporada consecutiva, auparse a su equipo a escuchar ese himno que pone a tono a todo el que sueña con ser futbolista. Con recuerdos tan visibles como la remontada ante un Espanyol que jugaba con un hombre más y vencía por 0-2 al descanso. Una bota de oro más que merecida, mal que algunos quieran desmerecer por su odio irracional hacia un ser excepcional.
Un odio que se fraguó en el fragor de una batalla. Forlán, como cualquier delantero centro del mundo, pasó una mala época de cara a puerta. Tiempo que cierto sector respetable del Manzanares pereció hasta el punto de silbar e insultar al jugador que se había dejado la vida por devolver al Atleti, su Atleti, al lugar que merecía. Cuando esa sequía terminó en el oasis de un gol, el uruguayo, que es buena persona, pero que no olvida, recriminó con palabras malsonantes a los que se habían olvidado de lo que la temporada anterior hizo. Un acto en caliente que algunos no le supieron perdonar.
Diego celebrando un gol | FOTO: Vavel |
Se coronó como mejor jugador del mundial de Sudáfrica 2010, llevando en volandas a la selección uruguaya hasta semifinales. Poco después, el ostracismo. Un encontronazo contra el líder de aquella manada histórica, Quique Sánchez Flores, le hizo ponerse de nuevo en el disparadero de los que nunca olvidaron. Defenestrado, sería conveniente recordar los 96 goles en cuatro temporadas como colchonero. Unas cifras difíciles de batir hoy en día.
Él es así. Un goleador dentro del terreno de juego y una persona sincera y directa fuera de él, que jamás trató de engañar a nadie, ni dirigentes, ni afición, ni compañeros, con palabras de amor disfrazadas de dagas envenenadas.
Se fue por la puerta de atrás. Como se marchan los jugadores que han marcado época en este club dirigido por (in)dirigentes. Él no olvida, pero perdona. Siempre con buenas palabras hacia el club y la afición, sigue rompiendo ilusiones de rivales, ahora en Brasil. Llegará el día en que Forlán ya no sea parte del campo de fútbol. Y ese día será triste, porque se irá uno de los mejores delanteros de la historia del Atlético de Madrid. Mal que a muchos les pese.
No tuvo buen comportamiento la ultima temporada, pero solo los de dentro del vestuario sabran lo que pasó ahi con Quique y él. Salvo eso, Forlan sera recordado como lo que es. un fuera de serie.
ResponderEliminarmagico diego.esta en el top 3 de los delanteros 9 que yo he visto pasar por el calderon que son tarugo, el y falcao. ademas de gol tremenda calidad, bajaba para hacer moverse al equipo. un fuera de serie que con los años que nuestros indirigentes nos van a hacer pasar empezaremos a valorar de verdad
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